18.04.17 Como el pronóstico indicaba que íbamos a tener buen tiempo, hoy “invité”
a la embarcación Mi Última a dar un paseo por los alrededores del Farallón y
como siempre, ella se portó de maravilla así como el motor Honda 90 (con el
Suzuki de 6 hp como auxiliar); sin embargo, tuve que venirme más temprano que
de costumbre (el viaje fue de 6:30 a 10h), ya que se me olvidó reponer gasolina
y no quise arriesgarme a pasar inconvenientes. Las características de este viaje fue
que en la piedra había puros barriletitos (les llaman “bulitos” y solo querían
los Willamson de 13 cm), visualicé muchas, muchas caguamas, 2 picudos saltando (uno
de ellos salió en la proa de la embarcación y después, cuando hube pasado por
el sitio, volvió a saltar ya en la popa, como a 100 m; parecía que se burlaba
de mis intenciones de atraparlo), también había orcas y al menos 3 de ellas
estaban “entretenidas” matando un lobo marino; por supuesto, vi el frenesí
desde lejos para no interrumpir, léase miedo, su “festejo” y finalmente, debo
consignar el avistamiento del salto de las doraditas que siguen los señuelos,
como si estuvieran en una competencia pero sin prenderse de los anzuelos.
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