sábado, 8 de abril de 2017

08.04.17 Hoy la pesca fue una copia exacta de la del día de ayer con la salvedad de que a Dios gracias, no se prendieron los malqueridos bichis y que además, todos los especímenes del necton (incluyendo pargos y coconacos por lo que recibí una fuerte reprimenda familiar, ya que argumentan que durante la presente cuaresma, todos debemos comer pescado), fue regresado al mar sin daños mayores; otra variable diferente a la vivencia previa, fue lo enérgico de la marea de subida que aunada a las breves pero intensas ráfagas de viento, dificultaban mucho el control de la lanchita de aluminio. Un evento también regocijante de esta mini jornada (6:30 a 9 h), lo constituyó el hecho de encontrarme en el náutico, con mi amigo Pedro Gallardo y su nieto Alfonso a quienes hacía mucho no saludaba y que habían salido a navegar por el canal interno de Topolobampo.

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