08.04.17 Hoy la pesca fue una copia exacta de la del día de ayer con la salvedad
de que a Dios gracias, no se prendieron los malqueridos bichis y que además,
todos los especímenes del necton (incluyendo pargos y coconacos por lo que recibí
una fuerte reprimenda familiar, ya que argumentan que durante la presente cuaresma,
todos debemos comer pescado), fue regresado al mar sin daños mayores; otra
variable diferente a la vivencia previa, fue lo enérgico de la marea de subida
que aunada a las breves pero intensas ráfagas de viento, dificultaban mucho el
control de la lanchita de aluminio. Un evento también regocijante de esta mini
jornada (6:30 a 9 h), lo constituyó el hecho de encontrarme en el náutico, con
mi amigo Pedro Gallardo y su nieto Alfonso a quienes hacía mucho no saludaba y
que habían salido a navegar por el canal interno de Topolobampo.
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