domingo, 5 de marzo de 2017

05.03.17 Hoy tuve el privilegio de que mi hijo Alfredo y mi nieto Leonardo me acompañaran al Farallón, en una corta jornada (de 7 a 10 h), en los alrededores de la piedra y aunque los peces no estaban precisamente frenéticos (tal vez porque hubo una marea “muerta”; el agua a 18°C; mucha clorofila que genera crecimientos importantes de plancton y algas), los Williamson Speed Pro se las arreglaron para que entre lo turbio de la masa de agua, atraparan barriletes de buen tamaño que hicieron sonar estridentemente los carretes Penn 6/0, que era precisamente lo que anhelaba que disfrutaran mis dilectos invitados. Aunado a las capturas de individuos que conforman el necton, el Señor nos deparó unas condiciones marinas excelentes ya que la superficie del agua estaba como espejo (hicimos menos de 40 minutos en cada uno de los traslados, de ida y vuelta) y además, los motores Suzuki de la embarcación Pa’ntonces se portaron de maravilla, variables que abonaron al justificante del porqué este “abuelo” pasa tanto tiempo navegando.

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