lunes, 8 de junio de 2015

BCS2 En lo que si me han hecho caso los hijos y nietos, es el de practicar “la pesca por la pesca, no por el pescado” y la mayoría de los pelágicos (sobre todos aquellos que tienen una lenta tasa de reproducción como son los “picudos”), los regresamos al mar; solo en algunas ocasiones como sucedió en este viaje pues en San José del Cabo contratamos a un “capitán” y después de atrapar un marlín con carnada viva, el susodicho nos pidió que lo subiéramos para llevarse un lomo. El resto nos lo quedamos y lo llevamos un restaurant en Cabo San Lucas donde nos lo prepararon sellado a la plancha y obvio puntualizar que estaba muy pero muy sabroso ya que definitivamente, esas personas saben su oficio a la perfección. Algunas prácticas que utilizamos para liberar a los animales grandes y que definitivamente incrementan la probabilidad de supervivencia, son:
Ø  Uso de guantes húmedos para “manipular” al animal
Ø  No sacar a los animales del agua; sus órganos internos no están “diseñados” para la presión atmosférica
Ø  Usar anzuelos de acero al carbón ya que aun cuando el pez se vaya, sin que tenga daños mayores, lo más probable es que al término de 3 semanas el anzuelo se desintegre
Ø  De preferencia usar señuelos artificiales ya que con la carnada, son más frecuentes los engarces profundos (aún con el uso de anzuelos circulares)
Ø  No utilizar anzuelos triples (grampines), en los señuelos duros
Ø  En los señuelos blandos, utilizar un solo anzuelo simple
Ø  Utilizar el equipo apropiado para que no haya una lucha prolongada ya que el pez puede morirse por un sobre esfuerzo
Ø  Dando avante a la embarcación, procurar hiperventilar al pez antes de liberarlo

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