lunes, 29 de junio de 2015

28.06.15 Día que el abuelo va a recordar por lo que le queda de vida pues ver a 2 de sus nietos bañarse en el Farallón, en compañía de los amigables pero atemorizantes lobos marinos, es una experiencia inolvidable; esta actitud valiente y decidida no la tiene cualquier niño (e inclusive, hay adultos que no enfrentan el reto). Fue una larga, larga jornada en la que el mar cooperó espléndidamente ya que estuvo tranquilo y además, nos regaló con 4 barriletes (y 2 doraditas que se regresaron al mar), suficientes para que las chicharras de los carretes sonaran y llevaran nuestro nivel de adrenalina (incluyendo por supuesto, a los niños), hasta niveles superiores. Espero en Dios que me facilite el tiempo, la habilidad física, la paciencia y el temperamento adecuado para proseguir con esta tarea de mostrar a los otros 7 nietos que el mar no es nuestro enemigo, que los temores que tienen algunas de mis nueras (si se toman las medidas preventivas adecuadas), son infundados y que la vida en estrecho contacto con el mar, es de lo mejor que el Señor puede permitirnos.

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