sábado, 8 de enero de 2022

07.01.22 Con Alejandro, fuimos al Farallón en una mañana nebulosa (todo se empañaba con la humedad) y con muy poca visibilidad (capitanía del puerto restringió nuestra salida hasta que los barcos de gran calado liberaron el canal de navegación), con olas molestas de 0.60m a cada 6s; por lo tanto, mucho antes del cerro pusimos nuestros señuelos en el agua con tan buena suerte (y por supuesto, con la benevolencia del Señor), que se prendió un jurel de muy buen tamaño. Luego hubo bonitas, barriletes (muchos y muy grandes), dorados y hasta en un par de ocasione, los marlines le pegaron un “llegue” a los curricanes; para complementar esta inolvidable jornada, “disfrutamos” de un lobo marino joven (brincaba con mucha gracia las olas que hacía la embarcación y luego nos miraba como pidiendo aprobación), que nos acompañó durante un buen lapso de tiempo y avistamos ballenas.



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