sábado, 20 de octubre de 2018

20.10.18 Como las barracudas de ayer fueron todo un éxito culinario, hoy me fui temprano al sitio (frente al náutico), donde se suponía que me las iba a encontrar pero para mi decepción (y también la de los potenciales receptores de este tipo de capturas), no hubo ninguna y por el contrario, los roncachos (que también son muy apreciados por mis vecinos en el ejido), se mostraron muy proclives al ataque de los señuelos Storm; había tantos que aún sin que se generalizara la claridad del día, esta especie se hizo presente de inmediato. En esta mini jornada, el Señor (que siempre tiene eventos marinos seguramente etiquetados para mantenerme “cautivo” de mi pasión-afición-vicio), me permitió presenciar un inusual accionar de un águila pescadora (siempre me han cautivado estos predadores por su peculiar estilo de vuelo y por las espectaculares maniobras que ejecutan para capturar a sus presas), que atrapó limpiamente un bichi por la cabeza y de forma por demás tranquila, se puso a devorarlo, primero los ojos, las branquias y luego seguir con la cabeza, sin tentar siquiera las espinas donde estos animales guardan el tan temido ácido fosfórico que al igual que las abejas, produce tanto malestar a los humanos.

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