martes, 11 de julio de 2017

11.07.17 Creo que esta es una de las mini jornadas más cortas que he realizado dentro de la bahía, pues solo fue un lapso de tiempo de 1.50h (6 a 7:30h; a las 6:15h ya había 3 lanchas de pescadores deportivos, tal vez de los maestros que están de vacaciones, utilizando la técnica del casteo), pero suficiente para que mi “despedida” (voy a estar ausente por al menos 6 días por razones de climatología, salud y familia), de la querencia, me dejara un excelente recuerdo al grado de volver a traer al presente, la  utópica e imposible oración que dice: “Dios, como voy a extrañar esto cuando me muera”. Pero no es para menos cuando en un tan corto lapso de tiempo, atrapas cochis, bichis, cabrillas areneras, toros, coconacos (se prendieron 2 pero hoy no me traje ninguno) y pargos (se prendieron 6 pero solo me traje 4, uno de ellos de 55 cm, bastante “obeso” ya que tenía adherido al estómago, “lonjas” de grasa) y de los cuales, el más grande me hizo pasar “gustos” cargados de adrenalina (el “arrebato” de la cañita Daiwa Sweepfire, el “chillar” del carrete Okuma Trinity) y también “sustos” (ver como interminablemente devana monofilamento; se direcciona hacia las piedras; lo acerco y me percato de que apenas viene prendido del labio superior y con el anzuelo posterior del señuelo, que es el más vulnerable ya que para su implementación utilizo 2 argollas; su accionar alrededor de la Piñitas me obliga a “pasearme” por toda la embarcación con peligro de caerme pues la marea está muy fuerte y hay ráfagas de viento del orden de los 15 km/h), que al final y con el animal arriba de la embarcación, todo queda en anécdotas para la posteridad. Ayer comimos coconaco y hoy comemos pargo.


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