jueves, 16 de abril de 2015

16.04.15 Como le faltaban 5 h de funcionamiento al motor Honda para el servicio programado (en año y medio ya completa 850 h y como en promedio hago 7 h por salida, este número de horas significan aproximadamente 120 excursiones en el mar), me propuse hacer una salida “corta”, nada más adelante de la boya de recale aprovechando que había buen tiempo, vientos del orden de los 10 km/h, olas no mayores a 50 cm y con crestas a cada 13 s. Puse en el agua 2 señuelos Williamson Speed Pro y un Bomber, para ver si se prendía una sierra (no tuve suerte; solo había barriletes), pero lo interesante del día fue que me encontré con un picudo aboyado que tuvo el comportamiento más impredecible de cuantos me ha tocado visualizar en mi larga vida ya que al querer “ponerle” de frente los señuelos, el pez inmediatamente se volteaba (no se hundía) y me mostraba su cola (igual que lo hacen los grandes monos para demostrar desprecio o desagrado por el encuentro no solicitado); por más que giraba la lancha para que viera los señuelos, el animal siempre mostró la misma conducta que me dejó atónito por lo increíble de la situación. Después de unos minutos de insistir y al no haber interés por parte del animal (además ya era hora de regresar a tierra), lo dejé y por supuesto, él me dejó con el más profundo asombro, situación que viene a corroborar que nunca, nunca, una salida es igual a la anterior.
 

No hay comentarios.:

Publicar un comentario