viernes, 20 de marzo de 2015

20.03.15  A las 5 h visualicé el pronóstico del día y marcaba excelentes parámetros como para salir al charco, por lo que a las 6:30 h ya me encontraba en el agua dispuesto a tomar la “revancha” (el miércoles 18 fuimos con el Ing. Mena al Farallón y de 6 picudos que testerearon los señuelos, ninguno se prendió; además, un “doradón” que si se mantuvo en la línea por buen tiempo, al final también se soltó por lo que el marcador final de ese aciago día fue de 7 a 0) y “sacarme la espina” o curar el llamado “síndrome de la saladez”. El caso fue que este día y antes de llegar a la piedra, se prendió un marlin de buen tamaño (midió 2.40 m y pesó 62.50 kg; mordió el señuelo a las 7:55 h y lo saqué a las 8:30 h por lo que tardé 35 minutos en acercarlo a la embarcación), al cual no lo pude liberar pues se clavó profundamente el anzuelo de un señuelo azul con rosa Williamson Big Game de 20 cm, en la quijada superior y venía sangrando profusamente. Todavía me quedé otras 2 horas en el agua con la esperanza de que se prendiera un dorado pero todos los señuelos fueron muy atractivos solo para los barriletes; opté por regresarme a la costa antes de que los túnidos acabaran con las pocas fuerzas que me quedaban después de la pelea con el marlin. ¡Y a Dios gracias, sigo navegando para sentirme vivo!
 

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