jueves, 14 de noviembre de 2019

14.11.19 Hoy cometí uno de los tantos exabruptos que he realizado en mi septuagenaria vida pues saqué de clases al Abe nieto (a pesar de que siempre he externado que estoy en contra de que los niños pierdan clases, no tanto por lo que aprendan o dejen de aprender sino por disciplina; con 6 años cumplidos, está cursando el primer año de primaria), para que me acompañara al sitio donde hace poco sacamos varios dorados. Con remordimiento y todo, a las 8:30 (salimos del náutico a las 6:45), el sonido adrenalóico de un Penn 9/0 se dejó escuchar (era un dorado macho) y el Abe me pidió ser él quién “trabajara” al animal lo que me dio mucho gusto; el caso es que lo acercamos y pudimos subirlo, lo que dio pauta para un festejo inimaginable entre abuelo y nieto, aunque después de este evento, decidimos regresarnos al náutico a donde llegamos a las 11h.

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