miércoles, 30 de octubre de 2019

30.10.19 A las 4h visualicé en el internet que algunas páginas mostraban buen tiempo para salir a la cota batimétrica donde el domingo pasado estaban los dorados machos, por lo que me preparé para realizar una jornada en solitario, a las proximidades del Farallón; sin embargo, una vez que puse la lancha Mi Última en el agua (6:30h), me percaté de que el pronóstico estaba totalmente errado ya que la ola primaria estaba del sur, la secundaria del oeste y todavía detecté una ola de viento que provenía del norte, así que aquello era una mezcla no apta para mis vetustos huesos. Mi “angustia” llegó al grado de ofrecerle al Señor que cuando sacara la primer pieza, me regresaría al náutico pero llegó un primer dorado (8h) y no se quedó prendido, luego fue un pez vela (8:30h), que “jugó” con el señuelo y fue hasta las 9h cuando por fin un carrete 6/0 inició la adrenalólica melodía que tanto me gusta, al prender firmemente un muy buen pez vela (midió más de 2.20m y pesó 38kg), que después de 22min de pelea, pude subirlo y tal como estaba hecha la promesa, me direccioné a Topo a donde llegué a las 10:45h, bien satisfecho, cansado, mareado y todo molido.


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