30.04.19 Ante el inevitable hecho de tener que alejarme (no voy, me llevan), de
mi querencia por al menos las próximas 3 semanas, hoy puse en el agua (y
aprovecho para cerrar la bitácora de Abril), a la embarcación Mi Última y dejarla
bien lavadita y como nunca faltan las hechos asombrosos en mi
afición-pasión-vicio (es por eso que me tiene totalmente atrapado y con una
profunda adicción), después de que encontré un cardumen de toritos que con sus embistes producían en los carretes el adrenalóico sonido que tanto disfruto, llegó el
momento que un animal para su tamaño, tomaba demasiada cuerda y cuando por fin
pude sacarlo, me di cuenta de que venía “salvajemente” mordido por otro pez
(definitivamente, no es una mordida de lobo marino y por supuesto, nunca estuvo
cerca de la propela del motor), del cual solo me queda hacer elucubraciones
(creo que fue un mero adulto; de hecho, hoy también se me prendió uno juvenil),
en cuanto a tamaño y especie.
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