22.04.19 Uno de esos “san lunes” que aplica la cuestionable frase “Dios, como
voy a extrañar este día cuando me muera” ya que en compañía de Alfredo y
Alejandro (hijos) y de Leonardo y Abelardo (nietos), fuimos a los alrededores
del Farallón y aunque había una respetable marejada (no hubo manera de
posponer el viaje so pena de perder un avión), las bonitas estaban mucho más
agresivas que de costumbre; llegamos al sitio a las 8 y a las 9:45h estábamos
todos tan cansados de subir animales que optamos por regresarnos al náutico
para iniciar el proceso de evisceración y lavado de motores, lancha y remolque.
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