07.03.17 Hoy tuve el privilegio de llevar al mar a toda la familia de mi hijo
Alfredo y aunque la marea, el viento y la transparencia del agua de la bahía no
eran de lo mejor (con la marea arrastrada se evidencia en toda su magnitud la
basura que indiscriminada e impunemente arrojamos al cuerpo de agua), ahora los
señuelos Berkley (por cierto muy parecidos a los Storm que tanto me gustan),
hicieron su tarea y con ellos, mis nietos Alfonso y Leonardo pudieron atrapar
toda una pléyade de representantes del necton entre los que destacaron las
barracudas, bichis y peces lagartija; además y como nunca (ahora estoy
plenamente convencido de que el Señor me estima mucho pues desee con toda
intensidad que esta mini jornada se quedara profundamente grabada en su memoria),
los delfines frente al muelle de Pemex nos dieron un soberbio espectáculo con
algunos de ellos saltando, nadando bajo la embarcación Mi Última y saliendo a
respirar estentóreamente a través del surtidor, cayendo algunas gotas de agua
en la cara de Alfonso cuya expresión de asombro no voy a poder olvidar en lo
mucho o poco que me resta de vida.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario