05.03.17 Hoy tuve el privilegio de que mi hijo Alfredo y mi nieto Leonardo me
acompañaran al Farallón, en una corta jornada (de 7 a 10 h), en los alrededores
de la piedra y aunque los peces no estaban precisamente frenéticos (tal vez
porque hubo una marea “muerta”; el agua a 18°C; mucha clorofila que genera
crecimientos importantes de plancton y algas), los Williamson Speed Pro se las
arreglaron para que entre lo turbio de la masa de agua, atraparan barriletes de
buen tamaño que hicieron sonar estridentemente los carretes Penn 6/0, que era
precisamente lo que anhelaba que disfrutaran mis dilectos invitados. Aunado a
las capturas de individuos que conforman el necton, el Señor nos deparó unas
condiciones marinas excelentes ya que la superficie del agua estaba como espejo
(hicimos menos de 40 minutos en cada uno de los traslados, de ida y vuelta) y
además, los motores Suzuki de la embarcación Pa’ntonces se portaron de
maravilla, variables que abonaron al justificante del porqué este “abuelo” pasa
tanto tiempo navegando.
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