30.06.15 Fue
hasta las 4 AM que vi el pronóstico en el internet que este día me decidí a ir
a la “parcela”; de hecho, había programado un próximo viaje hacia el sitio
donde el domingo que llevamos a los nietos, nos picaron las doraditas (se me
hacía agua la boca saboreando unos ricos filetes al mojo de ajo) y aunque a las
6:30 ya estaba en el agua, la superficie del mar no estaba tan “smooth” (lisa,
tersa), como vaticinaba el pronóstico por lo que llegué a la isobata 33, hasta
las 7:30. Puse en el agua 2 señuelos duros y 2 blandos y durante 2 horas, no
tuve ningún sonido “adrenalóico” de los carretes 9/0; ya en la isobata 62 y en
un señuelo blando, se prendió un picudo que resultó ser un buen pez vela que me
hizo trabajarlo durante aproximadamente 25 min, hasta que finalmente y después
de evaluar que no lo iba a poder soltarlo (traía el anzuelo clavado por fuera
de la quijada superior y a consecuencia de ello, estaba sangrando
profusamente), agarré el gancho y después de 2 intentos (ya no soy el mismo de
antes; mi destreza es incierta), lo pude subir a la embarcación Mi Última.
Bueno, otra gloriosa jornada en solitario (siempre en compañía del Señor), que
duró aproximadamente 5 h y recorrí una distancia de 87 km.
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