BCS3 Uno de los tantos detalles que este último viaje nos “regaló” fue el
comportamiento (no puedo decir que extraño, raro o habitual pues desconozco las
particularidades de esta especie y solo puedo externar mi respeto y admiración
por ellos), de un cardumen de tiburones que insistentemente siguieron a una
carnada viva que pusimos en el agua; ante la presencia de los voraces predadores,
el animalito tenía tanto temor que inclusive con su vigoroso nado, se
adelantaba a la cuerda de la que iba suspendido. Estas imágenes me sirvieron
para insistir con mi hijo Alfredo de que se abstuviera de lanzarse al agua
cuando aproximamos un dorado o un marlín; sé que no me hará caso (ya tiene 38
años), pero al menos voy a seguir insistiendo y mostrándole lo peligros de su
actitud. Finalmente, un tiburón perdió el temor a la lancha y de un solo
mordisco, redujo a papilla lo que con tanta perseverancia habían estado
siguiendo por un buen rato.
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