28.06.15 Día que el abuelo va a recordar por lo que le queda de vida pues ver a 2
de sus nietos bañarse en el Farallón, en compañía de los amigables pero
atemorizantes lobos marinos, es una experiencia inolvidable; esta actitud
valiente y decidida no la tiene cualquier niño (e inclusive, hay adultos que no
enfrentan el reto). Fue una larga, larga jornada en la que el mar cooperó espléndidamente
ya que estuvo tranquilo y además, nos regaló con 4 barriletes (y 2 doraditas
que se regresaron al mar), suficientes para que las chicharras de los carretes
sonaran y llevaran nuestro nivel de adrenalina (incluyendo por supuesto, a los
niños), hasta niveles superiores. Espero en Dios que me facilite el tiempo, la
habilidad física, la paciencia y el temperamento adecuado para proseguir con
esta tarea de mostrar a los otros 7 nietos que el mar no es nuestro enemigo,
que los temores que tienen algunas de mis nueras (si se toman las medidas
preventivas adecuadas), son infundados y que la vida en estrecho contacto con
el mar, es de lo mejor que el Señor puede permitirnos.
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