27.05.15 Otro día de mayo que voy a recordar cuando me muera; previendo que
mañana tengo que volar a la Baja para acompañar a mi hijo Abelardo en la
travesía de regreso desde Cabo San Lucas, hoy decidí ir a la “parcela” para que
la Mi Última no me extrañe tanto tiempo. Adicionalmente, pensé en atrapar un
dorado (era el objetivo), pero a partir de la cota 37, las bonitas y los
barriletes estuvieron “agrediendo” insistentemente a los señuelos (blandos y
duros), que puse en el agua; me alejé lo más pronto posible del sitio y cuando
estaba como a 15 km al 180° del Farallón, me encontré con un cardumen de atunes
que inmediatamente y en 3 cañas, “atacaron” los señuelos. Tuve que decidir cuál
cordelar y obviamente, me decidí por la que estaba más cercana y que traía un
Williamson Speed Pro (hubiera interferido con los Big Blue Cavitator que
estaban más lejos) y al cabo de 5 minutos, ya tenía al animal arriba de la
embarcación; luego tomé otra de las cañas y también subí este atún y para
cuando quise agarrar la otra caña, el pez se había ido. Fue una extraordinaria
jornada en la que el azul turquesa del agua se combinaba con el azul oscuro y
dentro de todo este elemento líquido, las ballenas, las mantas, los peces voladores,
los picudos (los visualicé a lo lejos), los delfines, los “cochitos” y por
supuesto, los lobos marinos, completaron el soberbio espectáculo de este
maravilloso día.
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