04.10.19 Tal como estaba previsto, hoy fuimos con Alfredo mi hijo al Farallón
donde encontramos un mar quieto, fresco y con mucha, mucha actividad de túnidos
(barriletes), que hicieron sonar con estridencia las chicharras de los 9/0;
como nunca faltan los hechos inesperados (el Señor se pinta solo para “fabricarlos”),
nos encontramos una buena cabrilla que los pescadores comerciales perdieron en
las rocas (tenía los labios rotos tal vez producto de haberse liberado del
anzuelo) o inclusive la golpearon unos buzos que también se encontraban
aprovechando el magnífico tiempo reinante.
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