29.07.18 Otro increíble día
que el Señor con su infinita misericordia. me permitió disfrutar en el Fara en
compañía de mi hijo Alfredo y mi nieto Abelardo; aunque se prendieron infinidad
de barriletes (todos fueron devueltos al agua sin mayores daños), también se
prendieron petos (wahoos para los anglofílicos), que fueron el mayor trofeo de
la “concurrencia”, dado el peculiar embate de esos animales a los señuelos y
su posterior pelea (tienden a irse sobre la cuerda y en ocasiones, piensa uno
que se han ido cuando en realidad, están “ocupados” en morder el monofilamento);
de hecho, un peto, al querer quitarle el anzuelo, mordió a Alfredo en las yemas
de los dedos de la mano izquierda, ocasionándole un sangrado que inclusive
impresionó al Abelardo nieto, sin que la herida pasara a mayores.
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