28.07.18 Ahora fue mi hijo Alejandro, su hijo (mi nieto Ricardo), recién llegados
de Mty. (también nos acompañó el Abe que se siente “ducho” en las artes de
pesca), los que me acompañaron al náutico y para nuestra buena suerte (pusimos en el agua la embarcación Pa'ntonces), había
parguitos y roncachitos (todos fueron regresados al agua sin mayores daños; además, "atrapamos" sendos pelícanos que con su aleteo y picotazos, asombraron a los nietos),
que fueron la “gran aventura” para ellos, y para el abuelo, una de las grandes bendiciones
que puede tener cualquier hombre satisfecho de estar en camino de cumplirle (con
creces, creo), a la vida.
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