21.11.15 Otro día (y para variar, en el agua) que por el resto de mi vida (sea
mucha o poca), no voy a olvidar, aunque no comenzó bien pues mi nieta “guerrera
del mar” otra vez me dejó plantado (entendible, pues hacía mucho frío esta
mañana); la intención ahora era atrapar unas barracudas (ayer hubo muchas),
para regalar pero como suele suceder, hoy brillaron por su ausencia. Para agregar
otro aspecto negativo, la escollera de la API tenía varios chinchorros (a las
6:40 h fue la pleamar; a las 9 h ya estaba otra vez en el náutico) y los
pescadores deportivos sabatinos saturaron otros lugares como El Pinto y San
Carlos; no tuve más remedio que regresarme al canalito frente a las
instalaciones de los marinos (esto me permitió usar los señuelos bomber) y
cuando ya creía perdido el día, al unísono se prendieron 2 parguitos sarteneros
con los cuales pensé íbamos a comer este fin de semana mi esposa y yo. Los subí
y volví a pasar sobre el mismo sitio y …… comenzó a sonar el carretito Shimano
4000X habilitado con cuerda de 7 kg, en la cañita de 1.50 m; era un hermoso pargo
(pesó 2 kg eviscerado), que después de 10 minutos de pelea, estaba a buen
recaudo. Aunque estos animales ya “habían hecho mi día”, la ambición es grande
y pues volví a pasar por el mismo sitio; en esta ocasión y en el mismo equipo,
el animal que se prendió no dejó de devanar cuerda del carretito y tuve que
direccionar la lancha hacia donde peleaba porque tuve temor de que se acabara
la línea y además, como estaba sobre el paso de otras lanchas, durante los 20
minutos que peleamos, se agregó el miedo de que alguna otra embarcación cortara
la cuerda. Cuando lo aproximé a la Mi Última, no creía lo que veía; era un
sublime animal (pesó 4.25 kg eviscerado), que nunca pensé aún existieran dentro
de la bahía, pero es inescrutable que el Señor nos tiene reservadas muchas, muchas sorpresas.
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