14.11.19 Hoy cometí uno de los tantos exabruptos que he realizado en mi
septuagenaria vida pues saqué de clases al Abe nieto (a pesar de que siempre he
externado que estoy en contra de que los niños pierdan clases, no tanto por lo
que aprendan o dejen de aprender sino por disciplina; con 6 años cumplidos,
está cursando el primer año de primaria), para que me acompañara al sitio donde
hace poco sacamos varios dorados. Con remordimiento y todo, a las 8:30 (salimos
del náutico a las 6:45), el sonido adrenalóico de un Penn 9/0 se dejó escuchar (era un dorado macho) y el Abe me pidió ser él quién “trabajara” al animal lo que me dio mucho gusto;
el caso es que lo acercamos y pudimos subirlo, lo que dio pauta para un festejo
inimaginable entre abuelo y nieto, aunque después de este evento, decidimos
regresarnos al náutico a donde llegamos a las 11h.
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