02.11.17 Otro excelente día de noviembre (el pronóstico del internet estuvo
bastante preciso en todas las variables climáticas ya que la temperatura del
agua, la intensidad del viento, la altura, dirección y frecuencia de las olas
primarias y secundarias fueron las que se habían previsto), en compañía de mi
hijo Alejandro y nuestro mutuo amigo Ernesto Valdez (el y su papá fueron los
que me ayudaron hace exactamente un año a sacar un marlín azul que se me había
muerto después del fragor de una pelea de más de 3 horas), con el que desafortunadamente, pudimos
constatar la depredación que con la impunidad característica de nuestros
tiempos (el dueño de los barcos alberga cada diciembre al presidente de México
en su hotel exclusivo), llevan a cabo los atuneros en el Farallón (a
escasos 300 m y contra toda normatividad tendieron sus redes; Neto tomó video
de esta circunstancia), saqueando una zona que supuestamente es reserva natural
(todas las islas del Golfo de California lo son), sin mayores escrúpulos y
amparándose en la falta de vigilancia de la Marina Armada de México. En
relación con la pesca y gracias al Señor, podemos catalogarla como magnífica ya
que sacamos petos de buen tamaño que hicieron la delicia de la “concurrencia”
(hacía más de 10 años que Neto no sacaba un buen animal de esta especie),
debido a su agresividad y forma de pelear (de hecho se perdió un señuelo
Willamson de 18 cm), además de su dificultad para que queden atrapados en los
anzuelos simples de los señuelos duros.
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