01.11.17 Se abre la bitácora de Noviembre con una excelente jornada en el
Farallón en compañía de mi hijo Alejandro que vacaciona en estas tierras; el
pronóstico del internet estuvo bastante acertado ya que durante el transcurso
de la mañana, había hasta 3 tipos de olas que hicieron muy incómodo el inicio
de este viaje aunque posteriormente, la mar (y el Señor que siempre nos
acompaña), tuvo compasión de mis viejos huesos y se compuso un poco; pero los
que no estuvieron a la altura fueron los barriletes que se prendían en todo
tipo de señuelos, blandos y duros por lo que nos cansamos mas pronto de lo que
pensábamos. Sin embargo y esporádicamente, también se prendían unos buenos
petos (wahoos para los anglofílicos), que hicieron la delicia de mi hijo más
joven ya que tenía un buen número de años que no capturaba un peto de peso
considerable (uno de ellos pesó más de 15 kg), animal que puso a prueba todas
las experiencias y habilidades que hemos desarrollado con el paso de los años.
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