21.06.16 Otra vez pequé de crédulo y
como el pronóstico de las 4:30 h de este día decía que la superficie del mar
iba a estar “lisa” (smooth seas, dicen los anglofílicos), arreglé las cañas, también
la fruta que siempre llevo, hablé con el tractorista para vernos a las 6:30 h y
me fui por los 45 litros de gasolina (tuve que ir a un expendio diferente
porque en el que normalmente me surto, estaba cerrado), cantidad de combustible
que normalmente gasto en una salida al Farallón, considerando un rendimiento
promedio de 2 km/L; ya en el mar y antes de la boya de recale, me percaté de
que el pronóstico era pura falsedad pues encontré olas primarias muy molestas
(altura mayor a un metro con frecuencia a cada 5 segundos), acompañadas de olas
secundarias (altura mayor a 50 cm con frecuencia de 3 segundos), que nos traían
a la Sea Hunt y a mi, de un lado para otro y con un golpeteo intenso e
interminable. El mar estaba tan “feo” que tardé más de 2 horas en llegar a la
piedra donde afortunadamente, las bonitas (me traje 6; todas grandes y muy “peleoneras”),
tuvieron a bien interesarse por los Williamson Speed Pro con anzuelos simples,
aunque estaban entreveradas con los barriletes (3 barriletes por cada bonita),
lo que hizo muy, pero muy cansada la jornada (aun sin haber animales, yo ya
estaba cansado por la marejada), aunque feliz de todavía poder realizar en
solitario (claro, con la compañía del Señor), esta épica aventura donde además,
se prendió y solo se liberó un pez vela. Otro detalle de este recorrido es que
cuando más entrado estaba subiendo bonitas y barriletes, el motor Honda 90
comenzó a “toser” (seguramente por agua en la gasolina), por lo que tuve que
suspender la jornada, limpiar los filtros y cuando volvió a prender el motor,
inmediatamente me direccioné al náutico donde afortunadamente (otra vez por la
voluntad del Señor), llegué sin mayores contratiempos.
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