15.06.16 El motivo fundamental de esta
ida a Topo era el de hacer algunos arreglos eléctricos en el hangar y como
había buen tiempo, metí la Piñitas un rato al mar para un corto paseo frente al
náutico; recién comenzaba el recorrido cuando la cañita en la que puse un
Bomber se dobló notoriamente y de primera intención, pensé que había agarrado
una de las cuerdas de las anclas de los yates, aunque cuando comenzó a devanar
monofilamento, me percaté de que era un buen pez el que se había prendido en el
señuelo de 11 cm. Me “arrastró” hasta casi frente a la rampa del embarcadero
contiguo y trató de meterse entre las piedras; afortunadamente no logró su
propósito y después de unos 10 minutos de pelea, pude acercar al animal y
profundamente emocionado, vi que se trataba de un precioso robalo (midió 82 cm
y pesó 4.70 kg ya eviscerado), que insistía en cabecear para liberarse del anzuelo
simple. Cuando estaba suficientemente cerca, tomé la red pero era obvio que no
iba a poder meterlo en ella y opté por solo sostenerlo con el aro y tratar de
subirlo “suavemente”; sin embargo y en cuanto sintió que salía del agua, el
animal se agitó de nuevo pero no pudo ir muy lejos ya que por uno de esos
inescrutables procedimientos del Señor (le estoy permanentemente agradecido),
uno de los anzuelos del curricán se había trabado en la red. Una productiva
mini jornada (pude hacer los arreglos eléctricos que motivaron el viaje), donde
también hubo pargos sarteneros (me traje uno), cochis, barracudas, bichis y
peces lagartija.
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