01.01.16 Había que iniciar el año tal como lo he venido haciendo en los últimos
10 años (con la venia del Señor y de mi familia), con el ritual de la
navegación y la pesca, sin importar que fuera un día frío (el agua estaba a
16.5°C, la menor temperatura que he atestiguado en este invierno), había
viento, la marea estaba “muerta” pero todos estos inconvenientes son mínimos
comparados con la alegría de haber llegado al 2016, sanos de cuerpo y mente
(aunque algunos en mi familia dudan de esta última aseveración porque para
ellos, es “insano” meterse al mar en estas condiciones) y si además hay
actividad en el agua, pues el día primero del año hace que exclamemos: ¡empezó
bien el año!. La verdad es que cuando llegué a las 7:30 h, no picó nada frente
al náutico y me fui al Pinto; ahí los bichis estaban “fúricos” y para evitar
que se abalanzaran sobre los señuelos que normalmente uso, los cambié de tamaño
pero la estratagema no resultó y hubo animalitos que se trataron de “comer”
señuelos inclusive más grandes que ellos. Después de un rato en el sitio,
llegaron los delfines y también lobos marinos por lo que me regresé al náutico
y después de las 9 h, se “plantaron” las barracudas y los peces lagartija; así
estuvo el “ajetreo” hasta las 10:30 h que di por concluido (cansado, aterido
del frío pero satisfecho), el “ritual” de inicio del año.
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