08.12.23 Una atípica jornada en el cerro, en compañía de mi hijo Abe ya que además de las bonitas que se prendieron, vimos caguamas, mantas, tiburones y muchos, muchos dorados cuyas cabezas emergían del agua y cuando creíamos que iban a picar, tan solo se hacían a un lado sin la menor intención de embestir a los señuelos. Ante esta situación optamos por cambiar curricanes pero nada los hizo cambiar de actitud y no tuvimos mas que aceptar que el Señor es quien dispone todo y solo fue un día diferente (de ahí lo adictivo), como suele suceder en todas las excursiones al Farallón.
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