28.10.23 Armado con mi “exoesqueleto”, salimos al cerro mi hijo José Carlos con sus 2 hijos varones (mis nietos) y antes de llegar al Farallón nos encontramos con un cardumen de dorados; después nos desplazamos por los alrededores del cerro y se prendieron barriletes y un soberbio peto (wahoo para los anglofílicos), que completó, gracias a la infinita benevolencia del Señor, una espléndida mañana de intercomunicación entre las 3 generaciones. El mar estuvo tranquilo, tal como estaba pronosticado; la superficie de agua a 29°C y aunque la luna estuvo brillando toda la noche, los peces estuvieron muy activos y dispuestos a retar la habilidad en la pesca de mis nietos, uno adolescente y el otro aún niño.
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