13.01.19 Un nada agradable domingo (por algo no me gusta ir en este día de la
semana), ya que no hubo pesca ni en calidad ni cantidad (la marea estaba
inamovible) y además, había muchos pescadores comerciales que tendían
chinchorros sin boyas y al no detectarlos, nos pegábamos en ellos (por el
esfuerzo, se le barrieron los engranes a uno de los carretitos Okuma y también
perdimos un señuelo Bomber); sin embargo, la satisfacción de un nieto levantándose
a las 4 de la mañana, siempre esperanzado en la pesca y la navegación (a pesar
de los movimientos violentos de una lanchita de aluminio de 3.60m que al paso de otras
embarcaciones se mueve bruscamente), resulta una extraordinaria vivencia para cualquier abuelo
que los trata de alejar momentáneamente, de las tablets, de la tele y de
tantas otra desviaciones (algunas perjudiciales), que les ofrece la vida
moderna.
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