18.09.15 A pesar
del pronóstico de una mañana lluviosa y con la premisa de “prender lo que sea”,
por parte de mi hijo Alejandro que vino de Monterrey a pasar unos días al ejido
Flores Magón (un cambio algo drástico en cuanto a tráfico, aglomeraciones,
ruido y un gran etcétera), hoy nos fuimos al canal de navegación y no fallaron
los Williamson Speed Pro porque a pesar de los rayos, lo nublado y las
esporádicas precipitaciones, los barriletes tomaron por su cuenta el
proporcionar la satisfacción al regiomontano que nos visita. Obviamente, todos
los peces fueron regresados a su hábitat sin mayores daños gracias a los
anzuelos simples con los que he sustituido los grampines de los señuelos duros
y para los cuales, todos mis hijos ya son fervientes devotos dada la facilidad
con la que se desprenden de los animales que queremos regresar al mar; ojalá
que esta disposición en ellos sea permanente y que a su vez, la transmitan a sus
retoños (mis nietos), porque seguramente y en lo que me queda de vida, yo no
voy a poder convivir con ellos el suficiente tiempo como para acendrar este
comportamiento en sus ahora incipientes personalidades.
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